Nunca había visitado una fábrica de cerveza, así que cuando visité Amsterdam no perdí la oportunidad de ir, aunque fuera Heineken que, la verdad sea dicha, no es una de mis cervezas favoritas, pero no podía dejar de ir. Y, claro, antes de ir a llorar a la casa de Ana Frank, con sus colas para entrar y la “penica” que da el lugar, pues me fui de cervezas.
Siempre recordaré la escena de la película “No me chilles que no te veo”, en la que los protagonistas acaban dentro de un gran alambique industrial. Y no sé por qué, bueno sí, imaginaba que eso se podría hacer, pero no, no se puede y mira que lo intente.
Te voy a contar mi experiencia al visitar Heineken experience: Está en el centro de Amsterdam, importante, no tienes que hacer filigranas con los transportes ni para llegar, ni para salir. Localización google maps: Heineken Experience
Como soy un tipo muy viajado me informé antes de que existe una tarjeta llamada I amsterdam City card (24 horas 49 €-48 horas 59 €) con la que no sólo tienes acceso al transporte público sino que, además, te hacen descuentos y también tienes entradas libres a muchos museos. En este caso era un descuento de dos euros por entrada y un regalillo, un par de vasos de los pequeñitos de cerveza, la ilusión de toda mi vida, olvídate del iphone 6.
Así que me vi con una pulserita con unas chapitas que me dijeron que luego me las cambiaban por cervezas, que era a lo que yo iba, a cambio de 15 € (el precio eran 17 pero recuerda que me hicieron descuento por estar “viajao”)
Yo hice lo que “to dios”, ir hacia donde todos iban, quería cerveza; que la gente se paraba en la entrada porque había un vídeo en la primera sala, pues yo también me paraba y, claro, como no entrábamos todos para entreternos hacíamos fotos a este cuadro, que ya lo querría a ver pintado el mismito Velázquez.
Después del vídeo, del que no hice fotos porque era en plan 3D y muy oscuro, nos contaban con fotos y con utensilios de época la larga historia de los inventores de esta ilustre cerveza a lo largo de unos pasadizos industriales
Y llegamos a la sala de alambiques, ya olía a cerveza, mi vello empezó a erizarse. Pero mi gozo en un pozo, eran demostraciones de cómo fermenta y esas cosas, eso sí, la sala era muy chula.
Ya llevábamos algo más de una hora deambulando por la fábrica y sin catar una cerveza. Mi garganta salivaba sin parar cuando encontramos una puerta cerrada, y un muchacho nos indicó que teníamos que esperar a que salieran los que estaban dentro y luego podíamos pasar. Mi cabeza empezó como la de Hommer, aquí esta Miguel, aquí vas a poder beber cerveza. “rosquillassss”. Pues no, cuál fue mi sorpresa que era otro vídeo. Esta vez te hacían creer que eras una botella, te pasaban por todos los sitios, embotelladora, transporte etc, y terminabas en la mano de una joven y esbelta muchacha, todo esto mientras el suelo se movía.
Como hombre “viajao” empecé a pensar que me la habían “colao”, que mejor saliera y buscara un bar. Salí de la sala dónde me habían meneao como una maraca cabizbajo y pensando que mis ilusiones las había atropellado algún holandés con su bici en una de tantas que intentaba esquivar por las calles, cuando levanté la cabeza, y empezaron a sonar trompetas de fiesta. La gente tenía cervezas en las manos y se las bebían, no lo podía creer. Oh my God!
Después de esta cañita, la vida se veía de otra manera y aquí empezaba lo bueno, sin desmerecer lo anterior, pero cuando vas a setas, vas a setas. La música ya muy alta, con DJ, vídeos por todos las lados, juegos de todo tipo como echar cerveza virtual, videojuegos ……. pero, ¿dónde cambio mis chapitas de la pulsera por cervezas leñe?
Usando mi intuición viajera, ya te conté antes que tipo de hombre soy, vi una sala a rebosar de gente y dije, sino es aquí donde cambian las chapitas, me suicido y que vengan a sacarme. Y, claro, como no podía ser de otra manera acerté.
Al final, después de dos horas y media visitando la fábrica y con sólo una cañita en mi cuerpo, encontré donde canjear las chapitas. ¿Y que me dieron a cambio? pues había dos opciones, te recuerdo que llevaba tres chapitas. Al cambio era así: 2 chapas, 1 cerveza de 35 ml extra fría, 1 chapa, una cerveza de 25 ml normal.
Resumen de la experiencia: lo tienen muy bien montado y la visita se te hace corta pero, eso sí, como vayas con la idea de hincharte a cerveza, olvídate.
Nos vemos en los bares.
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Me parto con tus vivencias, qué ganas de visitar esta fábrica y la de Guiness!
Soy más de rubias, las Guiness no me van mucho, pero haría un esfuerzo. je,je